¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

Parafraseando a Quevedo, no he de callar, no se debe callar, por más que el miedo nos amenace.

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jueves, octubre 25, 2007

Un lugar llamado Chuspa

Es el nombre de un pueblo de pescadores perteneciente a la parroquia de Caruao, el último poblado en la vía hacia Higuerote, una preciosa playa caribeña, el Caribe de la costa Venezolana. Según parece un pueblecito de pescadores, donde la población es negra, muy negra.

Llego sin nombre, una bolita de pelo suave, una lengua rosada y unos ojos apenas abiertos. Era negra muy negra como aquellos pescadores de ese rincón hermoso de Venezuela. ¡¡Ya tenia nombre!!. Yo no estaba muy convencido de involucrar en nuestras vidas inciertas a un animalillo más, quizás por ese estúpido razonamiento que consiste en pensar que si no le tomas cariño a algo o a alguien no sufrirás su pérdida. Un día abrió los ojos, dos ojos enormes, tiernos, debajo de un flequillo de pelo negro y ya estábamos todos perdidos. Todavía era pequeña, su mundo era una caja de cartón, de la que ya pretendía escaparse. Un día se asusto al escuchar un ladrido ridículo, y cuando se dio cuenta de que el sonido había salido de su propia boca, ya no paro de ladrar, para nuestra "desgracia". Aprendió a correr detrás de una pelota a lo largo de todo el pasillo de casa y a esconderse debajo de los muebles, hasta que un día dejo de caberle el trasero, eso fue todo un trauma para el animalillo.

Es algo que se percibe a lo largo del tiempo, ahora más, y esto es la cantidad de cariño que genera un perro a su alrededor. Llegan a formar parte de la familia y nosotros formamos su manada. Sienten cuando un miembro de la manada esta triste o enfermo, también sienten y trasmiten la alegría. Doce años pasó Chuspa con nosotros, doce años disfrutando del cariño sincero de ese animal. Ayer sujetaba su cabecita sobre la mesa de la clínica veterinaria, le explicaba al veterinario que Chuspa es un rincón de Venezuela poblado por negros muy negros y este sonreía. Acariciaba con mi mano derecha la cabeza de la perrilla, mientras dejaba que me oliera mi mano izquierda, dejaba que percibiera el olor familiar de un miembro de la manada. Me miraba con uno de sus enormes ojos, se veía asustada pero tranquila.

El cariño generado y disfrutado entorno a ese animalillo no tiene precio y bien merece que se llore por él. Nada dura para siempre, y si se siente la pérdida de algo es que has sido tan afortunado de disfrutar de ello. Ahora Chuspa también es un recuerdo calido y hermoso situado en un rincón de nuestros corazones.

domingo, octubre 14, 2007

¿Quién mato a la ameba?

Quisiera escribir y no puedo, es como querer gritar y no tener voz. Donde esta la verdad de las cosas, “haz las cosas más sencillas” decía mi profesor de Álgebra. Aprobé el álgebra pero cada día suspendo en mi vida. Hay personas que son incapaces de resolver una ecuación de primer grado en lo que se refiera a su vida. Y es que las decisiones de nuestra vida están muy por encima del álgebra Booleana, abarcan más haya de nuestra geometría tridimensional, somos como la ameba muerta a manos de un asesino de una tercera dimensión, esa que mi profesor de Álgebra, de cuyo nombre no me acuerdo, nos ponía de ejemplo para explicarnos los espacios de infinitas dimensiones. Incluso la lógica difusa está muy lejos de poder servir como herramienta para modelar el comportamiento humano, “haz las cosas más sencillas”. ¡Y que complicado es!. Hay gente que puede, hay gente afortunada que lo hace más sencillo todo, quizás se mueven en menos dimensiones, o seré yo quien vive como una ameba. No, las amebas ni sienten ni padecen, nacen, comen, cagan, se reproducen y mueren. Ni siquiera se preguntan quien las asesina si vienen a matarlas desde una tercera dimensión. En realidad soy un pedante que no ve quien le esta matando, solo su propio reflejo en un espejo.

sábado, octubre 13, 2007

El Toro de Honrubia.

Domina la cima de una suave loma, parece que los miles de girasoles inclinan la cabeza ante él, pero es sólo un espejismo propio de finales de agosto. La tierra es suave y de un rojo intenso, el sol ha estado castigando un día más el campo de flores amarillas de modo que al final del día el aroma de los aceites vegetales permanece suspendido agradablemente en el aire. Dando la espalda a la negra silueta, observo lo que él ve a la caída de esta tarde, apenas quedan unas horas de luz, y el sol amenaza con ocultarse detrás de las lomas más lejanas. El campo se muestra en retales, como un edredón de múltiples colores. Al fondo se distinguen las poderosas torres del Castillo de Garcimuñoz, esas que han visto pasar a moros, a cristianos y sentido como la sangre de no pocos hombres llegaba a regar sus cimientos. Un bucólico paisaje rasgado por la serpiente de asfalto tendida a varios metros de la base de la negra figura y un cartel luminoso que anuncia la presencia amenazadora de un radar de control de velocidad. El sonido de los vehículos que pasan por la autovía a intervalos variables, se impone sobre el susurro de la brisa que corre juguetona a través de los girasoles. Un elemento discordante llama mi atención, un reflejo azul sobre la tierra roja, un pequeño envoltorio vacío. !!Que curioso lugar para hacer el amor¡¡. Entre los girasoles y a los pies del toro de Honrrubia.