¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

Parafraseando a Quevedo, no he de callar, no se debe callar, por más que el miedo nos amenace.

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jueves, julio 05, 2007

Una burbuja en el escenario.




Ya desde hace algunos años, hablar de los veranos de Madrid es hablar de las noches del Conde Duque. Los conciertos en este escenario tienen un sabor, un aroma especial. A partir de las diez de la noche, las primeras brisas refrescantes y los aromas especiales de las noches veraniegas de Madrid, se entremezclan con las notas musicales y los olores característicos de un concierto; la humedad generada por el calor de los focos, el olor de la neblina producida por el hielo seco.

En este caso, la brisa fresca, Julieta Venegas. Una niña jugueteando por el escenario. Julieta Venegas se comporta en el escenario con un aire de niña pequeña sin sobreactuación ni artificio, algo ingenua pero menos. Melodías amables, letras sencillas en su forma, aptas para todos los públicos, y más profundas en su fondo. Acarician la piel provocando una sonrisa relajada o profundizan amablemente en tus pensamientos para extraer recuerdos presentes o pasados. En este caso, la brujita de Julieta Venegas tiene la facultad de hacernos recordar con una sonrisa, sucesos que alguna vez pudieron no ser tan amables, a veces sonrisas acompañadas hasta de un suspiro tranquilo.

Una burbuja botando por todo el escenario dentro de la cual terminamos, con gusto, metidos los que la observamos.